10/6/09

Pre-nostalgia, anti-nostalgia y no-nostalgia




Todos los sistemas físicos (es decir, las cosas que existen en este mundo) son sistemas causales. Eso significa que no puede haber una respuesta antes de que llegue el estímulo. Según la ingeniería de control, es imposible construir un sistema físico cuyo estado dependa no sólo de los estados anteriores y los estímulos externos, sino también de los estados o estímulos futuros.

O sea que no se puede tener nostalgia de algo que aún no pasa.

Sin embargo, es matemáticamente posible modelar un sistema no-causal, el cual reacciona a los estímulos futuros.


Un día en febrero de este año, mientras descansaba un poco contemplando en silencio un techo rentado, de repente me imaginé ya subido en el avión, rumbo a tierras lejanas. Tenía muchísimas ganas de ya no estar allí, sino acá, ya con nuevas emociones, conociendo lugares y personas nuevas... Fue un sentimiento muy extraño. No era exactamente emoción, puesto que ésta normalmente conlleva felicidad, o al menos una sonrisa; lo que sentí en ese momento era más como la falta de eso, como un vacío, como nostalgia...




La nostalgia, como bien dice Lenna, implica querer regresar a un lugar, o al pasado. Y precisamente en febrero mis circunstancias eran muy particulares. Ahora estoy en otro lugar, en otro tiempo, con otras personas, con otra ropa...

A veces uno tiene episodios en el pasado que quiere olvidar o negar que ocurrieron.

En este caso no es así.

Pero a veces en mi vida han habido episodios tan cercanos que parecen contemporáneos; tan contemporáneos que parecen revolverse... y no, no quiero eso. No me arrepiento de nada de lo que pasó; si cometí errores, los hice de manera consciente. No quiero olvidarme de eso. Pero sí a veces me gustaría que fuera un poco más lejano, que ya hubiera pasado más tiempo. Así que --aprovechando que la RAE me permite cantinflear--, no es que quiera regresar, ni que no quiera regresar, sino que ojalá hubiera sido hace más y no hace menos, oséase de que el tiempo al que no quiero ni regresar ni no regresar se moviera tantito más p'allá, que estuviera más en el pasado, no porque no lo esté, sino que a veces el calendario dice cosas que de plano pues uno no siente y pues como que sí se saca de onda uno, ¿no? Hasta siente uno que le van a reclamar porque, óigame, primero está usté en una cosa, y luego en la otra, y resulta que un día de estos le va a dar nostalgia o lo va a negar, pero no, es como lo contrario, oséase de que ya encierren al perro en el baño, pa' que no ande molestando a las visitas...




Marzo y abril fueron maravillosos. O, ¿cómo describirían ustedes pasar dos meses de vacaciones pagadas en un país exóticamente hermoso (y hermosamente exótico), rodeado de gente con quien, así, sin mucho problema, sin mucho trámite, rápido hicieron amistad, con la única responsabilidad de dejar que te ayuden a entender el idioma local? Y sí, tomé cientos de fotos y docenas de horas de video. Esos recuerdos digitales están ahí perfectamente categorizados, ordenados, clasificados, para que no se pierda nada, para que no se olvide nada, para tener presente todo... y están un poquito tristes, esperando un cierre, un resumen, un video que tengo pendiente armar cuando tenga tiempo... recuerdos digitales nostálgicos de que cada vez se va pasando más el tiempo, y ya estamos en junio, y si me descuido va a llegar noviembre, y yo no les he dado el cierre debido.

Esos son los recuerdos digitales. En el mundo real, ya cerré ese capítulo. Lo recuerdo con muchísimo cariño, pero mis circunstancias actuales, diferentes, no tienen por qué ser menos buenas. Y las futuras, todavía mejor.

Así que no, no quiero regresar. Quiero seguir adelante.

¿A ustedes les ha pasado algo así? ¿O debería conseguir un psiquiatra?

;)

La interpretación del presente escrito queda bajo responsabilidad del lector.

Se llamaba Nostalgia.



Sin que nadie lo note, sin que nadie alcance a mirarla, hay días en que a ella le gusta subir a la azotea y mirar a la gente mientras se fuma un cigarro. Desde ahí observa callada como se mueven, fascinada por la cámara lenta de sus predecibles acciones. Y entonces entrecierra los ojos para ver si ésta vez nota a alguien distinto, sólo para darse cuenta que al final todos miran igual, que sus secretos siguen siendo los mismos, que siempre acaban rompiéndose en la misma banqueta. Resignada, suspira profundo y detiene la vista en el pavimento que brilla y juega con la lluvia de ésta tarde. Entonces, tristemente, sonríe. Y es que por alguna razón, ella sabe que desde hace mucho le pertenece al verano, a las gotas que suavemente acarician sus alas grises, cansadas. Su paraíso personal se ha reducido a una azotea húmeda desde donde se alcanza a percibir un olor a café y a limpiador de pisos al que a ella le gusta llamar como mezcla de la casa.

Está sola y mira a la vida sin miedo. Ya ha pasado por esto antes, eternidad de minutos cortos, pasivos. Tira la ceniza del cigarro a la calle para que las personas que caminan debajo crean que son sueños, ideas nuevas mandadas del cielo. Sonríe de nuevo, complacida entre sus años rotos, entre los brillos que se le escapan de los ojos, esos ojos donde se pueden leer miles de océanos viejos que contrastan casi brutalmente con su cara casi de niña. Pero ella sigue ahí; quieta, tranquila, sentada en el borde de su azotea donde divaga un poco y piensa que por alguna razón ella siempre ha preferido el mar al cielo: las nubes de espuma esconden más espejismos. Es así como sobrevive entre luces continuas de ciudades veloces. Y a pesar de las cicatrices de plumas blancas que le condenan la espalda con fecha de siempre, sabe que aunque no muera nunca, ella es mortal desde aquel verano bisiesto que dejó un recuerdo por cada grano de arena de mar...
Y una vez más, sola, se quedará ahí sentada en la esquina de su azotea esperando una sílaba que le arranque la ropa, deseando el beso que le desate los nudos que le amarran las manos. Dará otra fumada a su cigarro gastado de vidas y esperará por él, por aquel que fue único y que brillaba distinto, con aquel que fue capaz de dejarle inservibles las alas desde que se fue... porque él; su él, sin saberlo, encerró el único secreto que valía la pena entre sus labios, y detuvo el tiempo justo a la mitad de la inclinación asimétrica de su sonrisa.



* Ésta no fue tanto una réplica, sólo otra visión de la nostalgia. Gracias Lenna por seguir reviviendo este blog!

La Nostalgia.


Uno, a veces se atreve a mirar el baúl de los recuerdos, porque todos tenemos uno; sólo para encontrarse con sus propios demonios, enfrentarlos y salir airoso de la situación, pero también muchos, como yo, lo hacemos para revivir. Claro, bajo la pauta de "recordar" es vivir, aunque realmente no se viva, sólo se recuerde.


Pero la mente es tan poderosa, que a veces es complicado detenerla. Recuerda escenas completas, olores, sabores, hasta lo que sentiste en ese preciso momento, lo que viste, las veces en que tu corazón latió, cuantas veces te mojaste los labios...


Pero la palabra nostalgia (del griego νόστος "regreso" y ἄλγος "dolor") describe un anhelo del pasado, a menudo idealizado y poco realista.


Sin embargo, aunque no quiero sonar como diccionario, para muchos la nostalgia es el sufrimiento de pensar en algo que se ha tenido y que ahora ya no se tiene.


En anteriores años, la nostalgia era catalogada como una enfermedad cuyos síntomas eran: opresión en el pecho y/o garganta, el dolor en la boca del estómago, con tintes que pudiesen llevar a la desesperación.


Pero es un hecho irrefutable que la nostalgia no es definible científicamente. La lengua española es tan basta que nos permite usar diversas palabras para tratar de describirla:


Nostalgia es la sublimación en la indeterminación de un anhelo del alma desbordado en la materia, “como un amar sin ser amado y como un dolor que sentimos en miembros que no tenemos”; por el cual se transparenta un “echar de menos lo que no somos”, y la aceptación de que nos encontramos “incompletos y mancos”.


La nostalgia es la obsesión aflictiva de estar en otra “parte” (dimensión), de superar la temporalidad y la finitud hacia la eternidad y la infinitud, de volver a la Itaca de los orígenes (tal como los aluviones de su etimología griega – nosteo y algeo, “volver a la patria” y “sentir dolor” - lo indican).


Pero ¿Quién soy yo para hacer réplica del Diccionario de la Real Academia al contradecirla y asentir que la nostalgia no trae el dolor más bien la remembranza de un dulce recuerdo?


No soy nadie...


Sólo soy alguien que, con un poco de tiempo libre, entró de nuevo a este Blog a encontrar lo que antes escribió, lo que antes escribieron otros para toparse así de frente con lo que sintió, al encontrar (sin que se tuviese alguna advertencia de ello) aquí mismo, con quien desde ahora está dispuesta a vivir toda su vida...


...Así, por pura nostalgia...





Y Andrea ¿Qué esperas para remodelar esto?