Estimados lectores:
La frase que define el tema de esta semana tiene un par de particularidades que vale la pena comentar. Primero, la contracción "I'd" se reescribe como "I would", que al estar seguido de la palabra "like" se traduce como "me gustaría" o "quisiera". Es decir, que quiero pero por alguna razón no lo hago. Segundo, la palabra "Fuck" se traduce aproximadamente como "coger" ("chingar" en algunos casos), lo cual no sólo tiene una connotación sexual sino que también de alguna manera implica falta de amor.
Debido a esos dos puntos, mi vida actual --doblemente afortunadamente-- carece de elementos para cooperar al tema. Pero eso a ustedes no les interesa (ni les incumbe). Yo siento una responsabilidad para con ustedes de contribuir a su entretenimiento el día de hoy (cual payaso), así que les contaré una historia que tiene mucho que ver con el tema.
Les contaré sobre mi primer sueño erótico. O al menos el primero que recuerdo. O al menos algo que se le parece.
Y digo se le parece porque a los 7 años creo que todavía no me explicaban lo de las abejitas (¿a alguien realmente le han explicado con abejitas?), o al menos no lo había entendido del todo. Lo que sí sé es que ya tenía cierta curiosidad por el misterio y emoción que representaba el cuerpo de las niñas. No tardó mucho tiempo en que yo le preguntara a mi mamá de dónde rayos empezaban a formarse los bebés, pero eso lo dejaremos para otro tema.
Iba yo en primero de primaria. Era yo un tanto antisocial, con muy pocos amigos, pero, como siempre, muy observador. Samantha Barraza era el nombre de la niña más guapa del salón. Era de buena estatura, pelirroja, de cabello largo y ondulado, con ojos azules, tez blanca con pequitas y un cuerpo escultural como de cualquier niña de 7 años común y corriente. Por supuesto que nunca me atreví a hablarle, pero estaba perdidamente "enamorado" de ella.
Tanto, que aún recuerdo esa vez que soné con ella.
En el sueño, me invitó a su casa. Cuando llegaron a recogernos, no era su mamá en un coche común y corriente, sino que era su mayordomo en una gran limosina. Lo interesante de esta limosina es que su interior era muy amplio, como de 3m x 7m, y tan alto que podíamos estar de pie, y no tenía asientos. Sólo elmayordomo chofer iba sentado al frente, en una cabina que podía aislarse del resto con una ventanita corrediza, y obviamente todas las ventanas podían cerrarse al exterior.
Emprendimos el camino a su casa, y por alguna razón, de repente Samantha y yo estábamos completamente desnudos.
No me pregunten cómo pasó. No hubo escena intermedia. Así de cachondo era yo en mi subconsciente a los siete años. Claro que no hubo ni besos ni abrazos ni toqueteos ni lengüetazos ni nada... todavía no entendía de esas cosas. Sólo estábamos desnudos los dos, y nos podíamos ver.
Yo la soñé como cualquier niño de siete años puede soñar el cuerpo desnudo de una niña de siete años. Con la piel totalmente limpia, sin pechos, con una especie de pezoncitos rositas, y nada en la entrepierna. Todo planito. Les mentiría si les dijera que soñarla así me excitó; no lo recuerdo pero lo dudo. Pero sí sé que me emocionaba "verla" así, como Dios la trajo al mundo.
Algo particular que tenía la limosina era que en el centro de la estancia antes descrita había una gran palanca. Ella le hizo una señal al chofer y empezó a manejar con la palanca, como si fuera helicóptero (no me pregunten cómo le hacía para manejar si no podíamos ver hacia afuera; los sueños no tienen sentido). Manejó un par de minutos, y luego me dijo
"Toma, ¿quieres manejar?"
Dudo mucho que mi invención de la palanca tuviera algún significado más allá del hecho que me sentía importante en poder manejar un coche (de adultos) con un tipo de control con el que yo estaba mucho más familiarizado, de los videojuegos.
Manejé por unos instantes. El hecho de estar desnudo frente a la niña que me gustaba, también desnuda, con sus brillantes ojos azules y sonriente, feliz de estar conmigo, y tener el poder de manejar un coche como gente grande, era un sentimiento muy feliz.
Y ahí terminó el sueño. O al menos hasta ahí lo recuerdo.
Fin.
Volviendo al tema: alguien con quien me gustaría coger:
PD: Samantha, si estás leyendo esto, espero no te molestes. Sólo era uncachondo inocente niño de 7 años enamorado de ti.
La frase que define el tema de esta semana tiene un par de particularidades que vale la pena comentar. Primero, la contracción "I'd" se reescribe como "I would", que al estar seguido de la palabra "like" se traduce como "me gustaría" o "quisiera". Es decir, que quiero pero por alguna razón no lo hago. Segundo, la palabra "Fuck" se traduce aproximadamente como "coger" ("chingar" en algunos casos), lo cual no sólo tiene una connotación sexual sino que también de alguna manera implica falta de amor.
Debido a esos dos puntos, mi vida actual --doblemente afortunadamente-- carece de elementos para cooperar al tema. Pero eso a ustedes no les interesa (ni les incumbe). Yo siento una responsabilidad para con ustedes de contribuir a su entretenimiento el día de hoy (cual payaso), así que les contaré una historia que tiene mucho que ver con el tema.
Les contaré sobre mi primer sueño erótico. O al menos el primero que recuerdo. O al menos algo que se le parece.
Y digo se le parece porque a los 7 años creo que todavía no me explicaban lo de las abejitas (¿a alguien realmente le han explicado con abejitas?), o al menos no lo había entendido del todo. Lo que sí sé es que ya tenía cierta curiosidad por el misterio y emoción que representaba el cuerpo de las niñas. No tardó mucho tiempo en que yo le preguntara a mi mamá de dónde rayos empezaban a formarse los bebés, pero eso lo dejaremos para otro tema.
Iba yo en primero de primaria. Era yo un tanto antisocial, con muy pocos amigos, pero, como siempre, muy observador. Samantha Barraza era el nombre de la niña más guapa del salón. Era de buena estatura, pelirroja, de cabello largo y ondulado, con ojos azules, tez blanca con pequitas y un cuerpo escultural como de cualquier niña de 7 años común y corriente. Por supuesto que nunca me atreví a hablarle, pero estaba perdidamente "enamorado" de ella.
Tanto, que aún recuerdo esa vez que soné con ella.
En el sueño, me invitó a su casa. Cuando llegaron a recogernos, no era su mamá en un coche común y corriente, sino que era su mayordomo en una gran limosina. Lo interesante de esta limosina es que su interior era muy amplio, como de 3m x 7m, y tan alto que podíamos estar de pie, y no tenía asientos. Sólo el
Emprendimos el camino a su casa, y por alguna razón, de repente Samantha y yo estábamos completamente desnudos.
No me pregunten cómo pasó. No hubo escena intermedia. Así de cachondo era yo en mi subconsciente a los siete años. Claro que no hubo ni besos ni abrazos ni toqueteos ni lengüetazos ni nada... todavía no entendía de esas cosas. Sólo estábamos desnudos los dos, y nos podíamos ver.
Yo la soñé como cualquier niño de siete años puede soñar el cuerpo desnudo de una niña de siete años. Con la piel totalmente limpia, sin pechos, con una especie de pezoncitos rositas, y nada en la entrepierna. Todo planito. Les mentiría si les dijera que soñarla así me excitó; no lo recuerdo pero lo dudo. Pero sí sé que me emocionaba "verla" así, como Dios la trajo al mundo.
Algo particular que tenía la limosina era que en el centro de la estancia antes descrita había una gran palanca. Ella le hizo una señal al chofer y empezó a manejar con la palanca, como si fuera helicóptero (no me pregunten cómo le hacía para manejar si no podíamos ver hacia afuera; los sueños no tienen sentido). Manejó un par de minutos, y luego me dijo
"Toma, ¿quieres manejar?"
Dudo mucho que mi invención de la palanca tuviera algún significado más allá del hecho que me sentía importante en poder manejar un coche (de adultos) con un tipo de control con el que yo estaba mucho más familiarizado, de los videojuegos.
Manejé por unos instantes. El hecho de estar desnudo frente a la niña que me gustaba, también desnuda, con sus brillantes ojos azules y sonriente, feliz de estar conmigo, y tener el poder de manejar un coche como gente grande, era un sentimiento muy feliz.
Y ahí terminó el sueño. O al menos hasta ahí lo recuerdo.
Fin.
Volviendo al tema: alguien con quien me gustaría coger:
PD: Samantha, si estás leyendo esto, espero no te molestes. Sólo era un
4 comentarios:
Aww, que tierno! y que... precoz! jajaja
Y... Lacey Chabert?
Dicen que los antisociales son los más trastornados.
Sí, Lacey Chabert, por qué no. Mil veces mejor que Diego Luna. Un millón de veces mejor que Diego Luna.
Aunque a Ana Claudia Talancón tampoco le diría que no. O a Jessica Alba. O Alicja Bachleda. O Angelina Jolie. O Elisha Cuthbert. O...
Jajaja... neeeext!
Buena mezcla de cachondería/inocencia
la pura chidez.
y sì, mientras màs reservados se dice que son màs fierecillas.
por eso me gustan las geeks del tipo bibliotecaria flaquisimas y con ojeras
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